Dieta de asma: ¿Lo que come hace la diferencia?
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El asma es una condición inflamatoria crónica que afecta las vías respiratorias, lo que lleva a síntomas como sibilancias, falta de aliento, tos y opresión en el pecho. Si bien los medicamentos y la evitación de los desencadenantes son esenciales para manejar el asma, existe un interés creciente en comprender el papel de la dieta en el manejo del asma. Este artículo explorará el impacto de las elecciones dietéticas en los síntomas del asma y proporcionará recomendaciones para una dieta amigable con el asma.
La conexión entre nutrición y asma ha sido un área de investigación en curso. Un estudio de Nurmatov et al. (2011) encontraron que una dieta saludable rica en frutas, verduras y granos integrales se asocia con un mejor control del asma y la función pulmonar [1]. Además, se ha demostrado que ciertos nutrientes tienen propiedades antiinflamatorias, lo que puede ayudar a reducir la inflamación de las vías respiratorias en el asma. La Dra. Jennifer Collins, una pulmonóloga, explica que si bien ningún alimento único puede curar o prevenir el asma, una dieta equilibrada puede apoyar la salud general y contribuir a un mejor control del asma [2]. En contraste, las elecciones dietéticas no saludables pueden exacerbar los síntomas o aumentar el riesgo de desarrollar asma. Para averiguar las otras causas, síntomas y tratamientos para el asma Mira nuestra guía definitiva.
Una dieta rica en alimentos antiinflamatorios puede ayudar a reducir la inflamación de las vías respiratorias y mejorar los síntomas del asma. Algunos alimentos y nutrientes antiinflamatorios incluyen:
Ácidos grasos omega-3: que se encuentran en pescado graso como el salmón, la caballa y las sardinas, así como en las semillas de lino, las semillas de chía y las nueces, se ha demostrado [3].
Antioxidantes: las frutas y verduras son ricos en antioxidantes, como la vitamina C, la vitamina E y el betacaroteno, que pueden ayudar a proteger las vías respiratorias del daño causado por el estrés oxidativo [4]. Las buenas fuentes de antioxidantes incluyen bayas, frutas cítricas, verduras de hoja verde y pimientos.
Quercetina: la quercetina es un flavonoide con propiedades antiinflamatorias y antioxidantes, que se encuentran en manzanas, cebollas y bayas. Algunos estudios sugieren que la quercetina puede ayudar a reducir los síntomas del asma al inhibir la liberación de histamina y otros mediadores inflamatorios [5].
Magnesio: se encuentra en alimentos como chocolate negro, aguacates, nueces y legumbres, se ha demostrado que el magnesio relaja los músculos lisos de las vías respiratorias, mejorando potencialmente la respiración en pacientes con asma [6].
Algunos alimentos pueden desencadenar o empeorar los síntomas del asma en ciertas personas. Los desencadenantes dietéticos comunes incluyen: Alérgenos alimentarios: las alergias alimentarias pueden exacerbar los síntomas del asma en algunas personas. Los alérgenos alimentarios comunes incluyen leche de vaca, huevos, maní, nueces de árboles, soja, trigo y pescado [7]. Si sospecha una alergia alimentaria, consulte a un profesional de la salud para pruebas y orientación. Sulfites: los sulfitos son conservantes que se encuentran en ciertos alimentos y bebidas, como frutas secas, vino y alimentos procesados. Algunas personas con asma pueden ser sensibles a los sulfitos, lo que lleva a una exacerbación de los síntomas [8]. Alimentos procesados: una dieta alta en alimentos procesados y azúcares refinados puede aumentar la inflamación y contribuir a un mayor control del asma. La Dra. Karen McCoy, una pulmonóloga pediátrica, sugiere que los pacientes con asma deben apuntar a consumir una dieta rica en alimentos enteros y sin procesar para apoyar la salud general y el manejo del asma [9]. Exceso de sal: una dieta alta en sodio puede empeorar los síntomas del asma al aumentar la inflamación de las vías respiratorias y disminuir la capacidad de respuesta del broncodilatador [10]. El consumo de sal de la subida roja e incorporación de alimentos más ricos en potasio como los plátanos, las batatas y las espinacas pueden ayudar a mejorar el control del asma.
Mantener un peso saludable es esencial para la salud general y puede tener un impacto significativo en el manejo del asma. Se ha demostrado que la obesidad aumenta el riesgo de desarrollar asma y puede empeorar los síntomas en los ya diagnosticados [11]. La pérdida de peso, por otro lado, puede mejorar la función pulmonar, reducir la inflamación y mejorar la respuesta a los medicamentos del asma [12]. La Dra. Jennifer Collins destaca la importancia de una dieta equilibrada y una actividad física regular para mantener un peso saludable y apoyar el control del asma [2]. Si tiene problemas con el control de peso, considere consultar a un profesional de la salud o un dietista registrado para una orientación personalizada.
Mantenerse bien hidratado es esencial para la salud general, y también puede desempeñar un papel en la gestión del asma. La hidratación adecuada ayuda a diluir el moco en las vías respiratorias, lo que facilita la respiración y evitando la acumulación de moco que puede contribuir a los síntomas del asma [13]. Intenta beber al menos 8 tazas (64 onzas) de agua por día y consumir alimentos ricos en agua como frutas y verduras para soportar una hidratación óptima.
Si bien no existe una dieta de asma de talla única, incorporar alimentos antiinflamatorios, evitar desencadenantes conocidos y mantener un peso saludable puede contribuir a un mejor control del asma. Es esencial trabajar en estrecha colaboración con un profesional de la salud o un dietista registrado para crear un plan de nutrición personalizado que satisfaga sus necesidades individuales y respalde su salud general.
La conexión entre la dieta y el asma es compleja, y ningún alimento único puede curar o prevenir la afección. Sin embargo, adoptar una dieta equilibrada rica en alimentos antiinflamatorios, evitar desencadenantes conocidos y mantener un peso saludable puede respaldar la salud general y contribuir a un mejor manejo del asma. Al trabajar estrechamente con los profesionales de la salud y tomar decisiones dietéticas informadas, las personas con asma pueden vivir una vida saludable y activa con un mejor control de los síntomas.
Referencias y fuentes:
1: Nurmatov, U., Devereux, G. y Sheikh, A. (2011). Nutrientes y alimentos para la prevención primaria del asma y la alergia: revisión sistemática y metanálisis. The Journal of Allergy and Clinical Inmunology, 127 (3), 724-733.e30. https://doi.org/10.1016/j.jaci.2010.11.001 2: Collins, J. (2022). Comunicación personal. 3: Mickleborough, T. D. (2013). Ácidos grasos poliinsaturados omega-3 en la optimización del rendimiento físico. Revista Internacional de Metabolismo de Nutrición y Ejercicio Sport, 23 (1), 83-96. https://doi.org/10.1123/ijsnem.23.1.83 4: Wood, L. G., Garg, M. L. y Gibson, P. G. (2011). Un desafío de alta grasa aumenta la inflamación de las vías respiratorias y perjudica la recuperación del broncodilatador en el asma. The Journal of Allergy and Clinical Inmunology, 127 (5), 1133-1140. https://doi.org/10.1016/j.jaci.2011.01.036 5: Kawai, M., Hirano, T., Higa, S., Arimitsu, J., Maruta, M., Kuwahara, Y., ... y Tanimoto, Y. (2007). Flavonoides y compuestos relacionados como sustancias antia-alérgicas. Allergology International, 56 (2), 113-123. https://doi.org/10.2332/allergolint.R-06-128 6: Kaz
Aks, R. y Sikorskii, A. (2011). Magnesio para el manejo del asma: una revisión sistemática y un metanálisis. The Journal of Asthma, 48 (7), 653-665. https://doi.org/10.3109/02770903.2011.589294
7: Sicherer, S. H. y Sampson, H. A. (2010). Alergia alimentaria: epidemiología, patogénesis, diagnóstico y tratamiento. Journal of Allergy and Clinical Inmunology, 125 (2), S116-S125. https://doi.org/10.1016/j.jaci.2009.08.028
8: Vally, H., Misso, N. L. A. y Thompson, P. J. (2009). Bebidas alcohólicas: desencadenantes importantes para el asma. Journal of Allergy and Clinical Inmunology, 123 (3), 685-687.e3. https://doi.org/10.1016/j.jaci.2008.11.034
9: McCoy, K. (2022). Comunicación personal.
10: Pogson, Z., Antoniak, M., Pacey, S., Lewis, S., Britton, J. y Fogarty, A. (2008). ¿Una dieta baja en sodio mejora el control del asma? Un ensayo controlado aleatorio. American Journal of Respiratory and Critical Care Medicine, 178 (2), 132-138. https://doi.org/10.1164/rccm.200710-1544OC
11: Beuther, D. A. y Sutherland, E. R. (2007). El asma sobre el sobrepeso, la obesidad y el incidente: un metaanálisis de estudios epidemiológicos prospectivos. American Journal of Respiratory and Critical Care Medicine, 175 (7), 661-666. https://doi.org/10.1164/rccm.200611-1717OC
12: Pakhale, S., Doucette, S., Vandemheen, K., Boulet, L. P., McIvor, R. A., Fitzgerald, J. M., ... y Aaron, S. D. (2015). Una comparación de las personas obesas y no obesas con asma: explorar una interacción con la obesidad del asma. Cofre, 147 (6), 1533-1545. https://doi.org/10.1378/chest.14-3109
13: Stookey, J. D. (1999). Los efectos diuréticos del alcohol y la cafeína y la clasificación errónea total de la ingesta de agua. European Journal of Epidemiology, 15 (2), 181-188. https://doi.org/10.1023/A:1007537911056
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